Introducción
Como era de esperar, y dado que el lipedema afecta principalmente a las mujeres, la enfermedad sigue estando poco estudiada, con muchas incertidumbres en torno a aspectos clave como su origen, la prevalencia exacta en la población y los tratamientos más eficaces.
En muchos casos se sospecha un componente genético, mientras que en otros se sugieren factores hormonales como desencadenantes o agravantes. Además, el lipedema suele asociarse a insuficiencia venosa y/o linfática, lo que hace aún más complejo su diagnóstico.
Hasta mayo de 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reconoció oficialmente el lipoedema como enfermedad. Este reconocimiento hace albergar esperanzas de que, en los próximos años, se logren avances significativos en la comprensión de esta afección, el desarrollo de tratamientos eficaces y la mejora de la calidad de vida de las mujeres que la padecen.
¿Qué es el lipedema?
El lipoedema es una enfermedad crónica y progresiva que, cuando alcanza fases avanzadas, puede provocar una discapacidad importante, afectar gravemente a las actividades cotidianas y causar un malestar psicosocial significativo. Esta afección se ha percibido a menudo erróneamente como un simple problema estético, cuando en realidad afecta tanto a la salud física como a la calidad de vida de quienes la padecen.
El lipoedema se caracteriza por un depósito anormal de tejido adiposo subcutáneo, que provoca un aumento desproporcionado del volumen de los miembros inferiores y, en algunos casos, de los miembros superiores.
El origen de esta enfermedad sigue siendo poco conocido. Algunos estudios sugieren un componente genético combinado con trastornos hormonales, linfáticos o microvasculares. Sin embargo, es necesario seguir investigando para comprender mejor sus causas subyacentes y desarrollar tratamientos eficaces.
La acumulación de grasa en el lipedema es simétrica, es decir, afecta por igual a los miembros superiores y/o inferiores. Cuando se limita a los miembros inferiores, el resultado es una desproporción muy visible del cuerpo.
El lipoedema se clasifica en cinco tipos según la distribución de la grasa. Sin embargo, a efectos diagnósticos, se suele utilizar una clasificación basada en el grado de afectación:
Superficie cutánea | Nódulos | |
Fase 1 | Normal | Pequeño |
Fase 2 | Irregular, dura | Aumento significativo |
Fase 3 | Deformado | Gran cantidad, varias dimensiones |

Como ya se ha mencionado, el lipedema es, por desgracia, una enfermedad progresiva que tiende a evolucionar con el tiempo. Es difícil predecir de antemano el curso de esta afección en cada mujer, ya que se trata de una enfermedad muy heterogénea, variable y, sobre todo, diferente de una persona a otra. Algunas mujeres desarrollan un lipedema leve y estable en el tiempo, mientras que otras pueden experimentar una progresión más marcada, agravada en determinadas situaciones, como el embarazo.
Aunque el lipoedema afecta principalmente a las mujeres, los datos exactos sobre la proporción de la población afectada siguen siendo imprecisos. Estudios realizados en EE.UU. estiman que afecta aproximadamente a 1 de cada 9 mujeres adultas, mientras que otras investigaciones sugieren que la enfermedad podría afectar a entre el 8% y el 17% de las mujeres de todo el mundo. Además, a falta de criterios diagnósticos bien definidos, los expertos creen que el lipedema puede estar en gran medida infradiagnosticado.
Posibles síntomas y signos
Algunos de los signos más característicos de esta enfermedad, que pueden ayudar al diagnóstico, son los siguientes:
- Desproporción entre los troncos superior e inferior: El aumento de volumen suele producirse primero de forma simétrica en los miembros inferiores.
- Presencia del «signo del brazalete»: Acumulación de grasa alrededor de ambos tobillos, que crea un efecto visual distintivo.
- Aumento de la fragilidad vascular: aparición frecuente de varices y hematomas, incluso con traumatismos menores.
- Problemas cutáneos en las zonas afectadas, como piel áspera o infecciones locales.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra y según el estado del lipoedema. Entre los que se documentan con frecuencia están :
- Hipersensibilidad al frío e incluso al tacto en las zonas afectadas por el lipoedema.
- Fatiga extrema y constante, causada por el exceso de peso soportado por los miembros inferiores.
- Problemas de movilidad relacionados con el exceso de peso y la fatiga.
- Dolor, a menudo exacerbado por el calor o el ejercicio, que no cede al elevar las extremidades.
Por supuesto, estos signos por sí solos no bastan para diagnosticar un lipedema. Es imprescindible consultar a un especialista que, basándose en estos síntomas y en pruebas de imagen como la ecografía o la ecografía Doppler, podrá hacer un diagnóstico más preciso.
Otro punto importante sobre el lipoedema es la frecuente confusión con la obesidad. Durante mucho tiempo, el lipoedema se diagnosticó erróneamente como sobrepeso u obesidad, y se trató en consecuencia, sin éxito. Esto causa una gran frustración a los afectados, que no encuentran una solución adecuada a su problema. De hecho, estudios recientes han demostrado que los pacientes con lipoedema, pero sin obesidad, tienen vasos sanguíneos aumentados y capilares dilatados en la grasa de los muslos, en comparación con los controles sanos. Esto sugiere que el lipoedema y la inflamación pueden coexistir de forma independiente.
Tratar a las mujeres con lipoedema con métodos de adelgazamiento es un error frecuente pero grave. Las dietas milagro, los productos quemagrasas o la actividad física excesiva no sólo son ineficaces, sino que pueden empeorar el estado físico y psicológico de las pacientes.


Tratamientos
El lipoedema puede tratarse de dos maneras: conservadora y quirúrgicamente.
El tratamiento quirúrgico, en el que no profundizaré aquí porque no es el tema principal de este artículo, es actualmente el único método para eliminar o reducir los depósitos de grasa acumulados. Consiste principalmente en la liposucción de las zonas afectadas. Existen varias técnicas, como la liposucción asistida por chorro de agua o la liposucción asistida por motor. Por desgracia, estas operaciones se consideran cosméticas y no las reembolsa la seguridad social. Esperemos que esto cambie en los próximos años para que todas las mujeres tengan acceso a ellas, porque, como puedes imaginar, estas operaciones son caras.
Los tratamientos conservadores, que no son invasivos, tienen como objetivo principal mejorar la calidad de vida de los pacientes, aunque no eliminan ni reducen los depósitos de grasa asociados al lipedema.
Los tratamientos conservadores incluyen :
- Medias de compresión: Ayudan a reducir la fatiga y la hinchazón de las extremidades.
- Terapia descongestiva compleja: Consta de dos fases. La primera consiste en un drenaje linfático manual, mientras que la segunda es una fase de mantenimiento destinada a mantener los resultados obtenidos.
- Técnicas de drenaje linfático: Métodos como la mesoterapia, que consiste en inyectar vitaminas, hormonas, enzimas o medicamentos en la capa intermedia de la piel, o la presoterapia, que utiliza aire a presión para favorecer el drenaje linfático, estimular la circulación sanguínea y eliminar líquidos, grasas y toxinas.
- Actividad física: Aunque el ejercicio no puede reducir ni eliminar los depósitos de grasa, desempeña un papel esencial en el tratamiento del lipedema. Un programa de ejercicio regular y adaptado mejora la condición física general, previene el sobrepeso, aumenta la masa muscular, estimula el drenaje de líquidos y favorece la movilidad, al tiempo que previene otras enfermedades. Se recomienda el ejercicio de bajo impacto, como caminar o los deportes acuáticos (aquagym, natación). También es beneficioso el entrenamiento de fuerza funcional con ejercicios para los grandes grupos musculares, utilizando el peso corporal o bandas elásticas. También son útiles actividades como el pilates o el yoga. Es aconsejable consultar a un fisioterapeuta o a un profesional del deporte especializado en lipoedema para establecer un programa adecuado.
- Apoyo psicológico: Puede ser muy valioso para afrontar las dificultades psicológicas asociadas a esta enfermedad. Hay psicólogos especializados en ayudar a personas con lipedema, que ofrecen herramientas para ayudarles a vivir mejor con la enfermedad y sus tratamientos.
Tratamiento dietético
La dieta es un elemento esencial en el tratamiento conservador del lipedema. Aunque este enfoque no puede reducir los depósitos de grasa, desempeña un papel crucial en la mejora de la calidad de vida de los pacientes.
Existen varios enfoques dietéticos para tratar el lipedema, pero una dieta antiinflamatoria constituye el núcleo del tratamiento. Como esta enfermedad suele estar asociada a un proceso inflamatorio crónico, este tipo de dieta ayuda a reducir el exceso de tejido adiposo inflamatorio no relacionado con el lipedema y a eliminar los alimentos altamente inflamatorios, sustituyéndolos por alimentos con propiedades antiinflamatorias.
He aquí algunos consejos dietéticos básicos:
- Aumenta el consumo de alimentos ricos en antioxidantes, como la fruta y la verdura. Los antioxidantes neutralizan los radicales libres que causan inflamación y daño celular. Lo ideal es que tu plato esté compuesto por alimentos de distintos colores (rojo, naranja, amarillo, verde, azul, violeta), ya que cada color aporta antioxidantes específicos.
- Consume suficiente vitamina C, que favorece la producción de colágeno y mejora la salud del tejido conjuntivo. Lo ideal es que la vitamina C se absorba a partir de alimentos crudos, como frutas y verduras, y no de suplementos.
- Privilegia los alimentos con baja carga glucémica para evitar los picos de azúcar en sangre, que podrían agravar el lipedema. Una dieta equilibrada ayuda a regular estos niveles.
- Incorpora grasas buenas, como las que se encuentran en el aguacate, el aceite de oliva y los frutos secos. Los omega-3, presentes en pescados grasos como el salmón y las sardinas, así como en frutos secos y semillas (lino, chía), son especialmente importantes.
- Limita o elimina los alimentos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas y azúcares añadidos, que aumentan la inflamación y el estrés oxidativo. Esto incluye bollería industrial, platos precocinados, cereales azucarados y refrescos.
- Mantener una buena hidratación es esencial para favorecer la circulación. Es aconsejable beber principalmente agua, té o infusiones, y reducir el alcohol y las bebidas azucaradas.
- Elimina los productos lácteos, sobre todo la leche de vaca, que puede causar inflamación subclínica en algunas personas.
- Evaluar la carga de gluten y su impacto en la inflamación. Antes de eliminar el gluten, es esencial consultar a un especialista, ya que hacerlo puede provocar deficiencias nutricionales si se controla mal.
También pueden considerarse otros enfoques, como la dieta cetogénica o el ayuno intermitente. Sin embargo, estas dietas deben seguirse bajo la supervisión de un especialista, porque si se aplican incorrectamente, pueden tener efectos perjudiciales. Por ejemplo, la dieta cetogénica debe ser limitada en el tiempo (alrededor de un mes) y estar precedida de una fase de transición.

Conclusión
Es esencial sensibilizar a la opinión pública sobre esta enfermedad, que sigue siendo muy desconocida, tanto entre los pacientes como entre algunos profesionales sanitarios. La comunidad médico-científica desempeña un papel crucial en la búsqueda de nuevos tratamientos para ayudar a las mujeres con lipedema. Sin embargo, es igual de importante compartir información entre nosotros: hablar de síntomas, signos, enfoques dietéticos, ejercicio adecuado, profesionales sanitarios competentes y redes de apoyo disponibles. Así que no dudes en ponerte en contacto con las asociaciones oficiales que apoyan a las mujeres con lipoedema, proporcionándoles información fiable y actuando como intermediarias para dar a conocer la enfermedad.
Aunque la dieta no puede curar el lipedema, no debe descuidarse en su tratamiento. Una nutrición adecuada, combinada con ejercicio físico y una terapia apropiada, forma una tríada esencial para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Como cada persona presenta síntomas diferentes y tiene necesidades específicas, es crucial individualizar las recomendaciones nutricionales consultando a un profesional sanitario. Esto nos permite encontrar la estrategia más adecuada para cada caso.